Explicaciones sin par |
El susodicho río Manzanares |
Con la venia de los anteriores, otros sin embargo han preferido actividades menos sacrificadas en lo físico, pero necesarias para ir creando la conciencia ecologista imprescindible para conformar la masa social que mañana tendrá que liderar el cambio político hacia una sociedad menos pedorra (nos estamos flipando, pero queda bien). Grameros corre-ríos, soteños del Jarama, arberos mira-flores, toledanos del Tajo, ecologistas accionistas y alguno que pasaba por allí, caminaban por la cabecera del río Manzanares, al borde del éxtasis ocasionado por el fluir del río entre las rocas, la luminescencia del sol relejada en los gráciles pétalos del Gordoarberus floris y el libre brincar entre pozas de las truchas salva(g)es de la sierra del Guadarrama.
El enteradillo fluvio-gramero, que siempre habla, se vio arropado, en esta ocasión, por algunas de las mentes más lúcidas de la casta del ecologismo chusquero madrileño. El enteradillo soto-pescador, nos contó que las truchas del Manzanares no son más que híbridos de variaedades teutonas soltadas a granel años ha y que, aguas abajo, la fauna piscícola está condicionada por el negocio pesquero montado por el coto local, que actúa arropado y jaleado por la administración regional ("quien quiera carne de pez que se vaya a la pescadería", dijo una voz entre el público).
El enteradillo arbero-miraflor nos mostró el quehacer de iluminados ingenieros que modificaron la vegetación circundante al río, para recrear una formación boscosa que solo debería de existir en las peores pesadillas de Simón (ese prohombre tan venerado entre sus huestes y nunca suficientemente valorado por el mundo). En el furor provocado por la explicación hubo que sujetar (de mala gana) a uno, que hacha en mano, iba a poner orden en el desaguisado forestal provocado por las arizónicas ingenieriles del monte pedricero.
El río liberado |
Que el río Manzanares discurra entre espacios protegidos no impide su degradación y la presencia de problemas. La de Grama "que nos cuenta cosas sobre los espacios protegidos" nos abrió los ojos sobre las insuficiencias en la gestión y en la configuración del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, la pseudo-protección generada por el Parque Nacional y los efectos de las medidas normativas de los gobiernos neoliberales del PP.
Algunos de los allí convocados, haciéndo un esfuerzo sobrehumano por seguir vivos tras las explicaciones realizadas |
Sorteando corredores de montaña, cacas de perro, chiriguitos ilegales, ruidos y coches aparcados, pudimos llegar a la Charca Verde. El río estaba muy bonito, pero lo podía estar más.
De vuelta, se dio un feliz y ansiado encuentro con los limpiadores del río. Abundaron escenas de abrazos, besos e intercambios de palabras cariñosas entre unos y otros. Ya en la plaza del pueblo, se procedió a una lectura íntima y personal del manifiesto "Por unos ríos vivos", un acontecimiento nunca visto.
Por último llenamos las panzas con unas judias hechas con atino, esmero y amor por los chavales de La Libélula y del Bar La Luna (si pasáis por Manzanares, no os lo perdáis, merece la pena esta gente). Las cervezas, los higos toledanos, los cafés y los chupitos hicieron el resto, mientras las mentes calenturientas planeaban las próximas acciones.
¡¡¡Vivan los ríos limpios y vivos!!!
En el bar La Luna, comentado la lectura personal del manifiesto |
Especímenes varios |
Soñando con lechugueros y arizónicas |
Especímenes. Compárese la difencia de tallaje entre el de blanco y la de negro |
¡Jo... lo que dió de sí la sobremesa fluviera!
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