Ignorancias, miedos, desconfianzas y supersticiones
derivadas de las ignorancias, intereses, obtusismos y cerrazones. Muchos son
los males que parecen endémicos de este país nuestro, y que cuando se enconan,
se muestran ingobernables y de difícil solución. Ahí está el Lobo Ibérico,
cazado y perseguido en la moderna Europa del siglo XXI.
A iniciativa de Lobo Marley y con la consigna “Lobo vivo,
lobo protegido”, el pasado domingo día 13 de marzo se celebró la primera
manifestación a nivel nacional pidiendo la declaración del Lobo Ibérico como
especie protegida y el fin de su “control poblacional”, como si hubiera
excedente…Mas de 200 asociaciones ecologistas y animalistas de toda España,
Francia y Portugal, entre ellas GRAMA apoyaron y asistieron. Creo que todo un
éxito; de asistencia (dicen que sobre unos 20.000 aunque algunos menos seríamos)
de organización y de presencia en medios.
Algunos piensan que puede ser peor, que si el lobo se
protege por ley, las reacciones de los sectores contrarios pueden ser más
virulentas y que se tomarán de forma más violenta “su justicia” por su mano,
¿más todavía?. No hay que olvidar que cada año nuestro país concede entorno a
200 licencias para abatir al lobo, cobijadas desde las diferentes
administraciones. A esto hay que añadir los atropellos, muertes naturales y
furtivismo. A este ritmo la población existente dejará de ser viable a no mucho
tardar. Su fundamento es un censo poblacional muy alejado de la realidad
publicado por El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que
arroja una cifra de 2.000 lobos en España, elaborado sin demasiada base
científica ni trabajo de campo. Como muestra, frente a la cifra de 95-100
ejemplares que sitúan en la zona centro, un estudio realizado con cámaras de
fototrampeo y recogida de huellas y rastros contabiliza unos 40 ejemplares en
la misma zona.
Parece claro que no hay tanto lobo como dicen, por lo que no
puede ser más urgente la realización de un censo real para saber si lo que se
está produciendo es un control poblacional o una extinción programada y
deliberada.
El 13 de marzo, se hizo ruido, se aulló y se mostró el
descontento de un sector de la población muy harto de que se esquilme y
dinamite su patrimonio natural. 36 carteles con 36 lobos muertos a tiros en
diferentes provincias españolas integraban la marcha fúnebre que iniciaba la
manifestación. De momento en Zamora, hace escasos días, se han vuelto a
subastar otros ocho, que correrán la misma suerte que los 36 de los carteles y
que muchos otros, la mayoría abatidos por esa figura tan genuinamente española,
el inextinguible señorito, capaz de pagar casi 6.000 euros por darse el gusto,
y enfrentarse a la naturaleza en condiciones de tanta igualdad.
Aunque los ataques al lobo seguirán existiendo, la
declaración del Lobo Ibérico como especie protegida los situará fuera de la
legalidad, un hecho a perseguir y castigar, algo que un país desarrollado,
moderno y avanzado como aspira a ser el nuestro, no debería ni cuestionar.
Frente a los que sitúan al Lobo como el problema de los
males ganaderos y del mundo rural en general, existe la circunstancia más
paradójica de este asunto: Zamora, la provincia con más lobos de España y con
la cabaña ovina más numerosa, es la región con menos ataques de lobo al ganado.
A buen entendedor…
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