Más de 70 insistentes luchadores por la conservación del valle del Tajuña se han dado cita en Morata para ir creando poso en las localidades de la comarca. Vamos poco a poco, sin prisa y sin pausa, pisando el terreno y conociendo su riqueza. Hay que dejarnos ver y que hablen de nosotros; que se genere debate, que les suenen nuestros nombres y lo que queremos; luego vendrá el trabajo de exponer nuestras reivindicaciones, de dar batalla en otros escenarios y con otras gentes.
Convocados por la santa hermandad gramarbeña un buen puñado de niñas, mayores, perros, desquiciados, atolondrados, sabios, maniáticos, chillones, coherentes, currantes, arancetanos, despistados, alborotadores, intrigantes, valdemoreños, zarrapastrosos, quejicas, laguneros, incisivos, mamelucos, ... (pon lo que quieras si no te ves reflejado) se han dado un buen paseo por el valle, entre cortados yesíferos, por el borde de la vega del río. El día no podía ser más espectacular, con el campo casi en su mayor esplendor. Los carraspiques asomaban su blancura por los cortados recordando al personal que ya es primavera en El Corte Inglés.
La Bicha Simón enseguida se ha venido arriba, le ha entrado una vena mesiánica y, como si estuviera reeditando el sermón de la montaña, nos ha contado a todos los presentes los objetivos de estas marchas. Hay que dar la lata, seguir dando la lata y cuando terminemos, volver a dar la lata. Esos son sus principios. Un rayo de sol a caído, abriéndose paso entre las nubes, sobre su cabeza. Sus fans de ARBA gritaban y genuflexionaban, ante la mirada atónita del resto.
El nuevo mesías |
El día discurría tranquilo, demasiado para lo que suele ser normal. Una calma sospechosa se cernía sobre el caminar constante de los marchistas. Las malas lenguas decían que había una mayor paz y sosiego porque se notaba que no había venido el Tajuñas. Un plantucho se marchitó nada más oir estas maldades.
Día tranquilo, de momento |
El Truchas es un hombre sensato y bien apañado. Hombre de estrictos hábitos. Si cuando son las 13,10 minutos no ha comido, se pone muy nervioso y hay que darle una pastilla. Casualmente no llevábamos su dosis, por lo que a tal hora nos dispusimos a comer allí mismo bajo unos olivos. En las nubes del cielo se dibujó algo parecido a un pez salvaje.
Bea La Doctora es una mujer de muy recto proceder. Debío tener un antepasado alemán porque la improvisación es algo que no va con ella. Darío el Orco debío tener un antepasado íbero y tarteso, porque si no hay improvisación adelgaza diez kilos. El pulso se veía venir de lejos "¿Queréis aventura o queréis aburrimiento?". La batalla la tenía perdida la Doctora desde el primer minuto.
Y cuando se elige aventura ya se sabe lo que hay: bajar barrancos y cruzar sembrados. Menos mal que somos gentes de bien y que no nos importa andar 8 kilómetros de más para ver una laguna que no tiene ni gota de agua.
La aventura es lo que tiene... |
Caminante ¿no hay camino? |
Pero para ser justos hay que decir que los barrancos por los que hemos pasado encierran unos rincones espectaculares de vegetación mediterránea y propia de las zonas yesosas. Grandes encinas, tupidas coscojas, incipientes quejigos en las umbrías, por encima de un cortejo de romeros, heliantemos, espinos, aladiernos y demás plantajos y endemismos.
Tras 20 kilómetros de ruta, bajo un sol de justicia, más secos que la mojama..., hemos dado con nuestras santas posaderas en el bar. ¡Alabado sea el Tajuña!
El Andarríos no trajo la pastilla del Truchas. Todos a comer |
Faceta mesiánica |
El Orco explícándose sin subtítulos |
Fritillaria lusitanica Meleagria |
La supuesta laguna |
Las dos más sensatas |
Trucha salvaGe oeh oeh oeh |
Excelente crónica de autor, como de costumbre.
ResponderEliminarRealismo mágico que transporta a momentos exactos de la excursión desde la magia del relato.
Consagración de D. Darío Meliá como el nuevo Robert Louis Stevenson de la escritura, pues junto a él todas y cada una de nuestras excursiones son verdaderas islas de tesoros, convocados entre sol y sombra por el material del que están hechos los sueños.
Att,
Jose Luis-Cabrondio. El hombre del garfio.
En este caso quien escribe es Raúl.
EliminarPor cierto, la laguna se llama Laguna de la alemana.