domingo, 5 de junio de 2016

El Tajuña se defiende, de Olmeda de las Fuentes a Villar del Olmo


El Tajuña, ese valle olvidado y escondido de la Comunidad de Madrid, se le tiene que dar el valor que se merece; hay que pelear por su protección para conseguir garantizar su conservación. Los más de 30 desafiantes al calor que hoy nos hemos dado cita en los pueblos de "olmos" del Tajuña bien hemos podido comprobar lo bello, lo diverso y lo interesante de este valle. Lo vamos a conseguir, seguro que sí.

Antes de salir se hace recuento de los que estamos. Arberos y grameras, grameros y arberas, algún ecologista (en acción) y poco más. El paisaje humano es similar al de otras excursiones: la Doctora, el Orco, la Bicha, el Andarríos, el Tío Tajuñas... Se echa de menos a la Malpeinada y al Truchas, pues no es lo mismo sin estos baluartes de sus respectivas cofradías.

Subimos al páramo desde Olmeda de las Fuentes. Las cunetas de la carretera han sido tratadas con herbicida, como el resto de las vías de la Región. Desde la Dirección General de Carreteras se ha decidido favorecer el envenenamiento masivo de los campos y de las personas que por allí discurran. Se trata de una práctica completamente prescindible, contaminante, cara, absurda y, tal y como se está aplicando, contraria a la legalidad. No será el primer encuentro desagradable con el glifosato en el día de hoy.
Cuneta tratada con herbicida por la Dirección General de Carreteras

El campo ha querido hoy mostrarnos su mejor cara. Cientos de flores distribuyen su color en la campiña, entre el cereal, por las cunetas de los caminos, a través del monte adehesado que recuerda que en otros tiempos grandes rebaños de ovejas campaban aquí y allí. Los linos están en su mejor momento y nos dejan sus blancos y azules; las amapolas crean alfombras rojas entre los trigales; encinas, coscojas, almendros, aladiernos, terebintos, romeros y espantalobos ofrecen verdes con multitud de matices que hacen que hasta el Orco se ponga tierno.
Se puso tan tierno que pidió matrimonio al Tío Tajuñas

Pero no todo va a ser una película de Walt Disney. Cientos de hectáreas se muestran ante nosotros completamente yertas, sin vida. Agricultures sin escrúpulo ni conciencia, quizás víctimas de los cántos de sirena de las firmas comerciales de productos fitosanitarios nos ofrecen un espectáculo de desolación. La acción de los herbicidas han arruinado extensiones que debieran estar cubiertas por cientos de colores, de texturas, de vida y de explendor. Laura no puede contener su rabia, escupe, tira una piedra y no vuelve a decir palabra en todo el día.
Campo tratado con herbicida. Desolación y tragedia

Para muestra de los efectos del uso indiscriminado de estos fitosanitarios es que en los campos próximos a estos cultivos tratados con herbicida no encontramos ni muestra de aciano (Centaurea cyanus), una especie escasa en estos lares, pero que al inicio del recorrido nos dejaba ver sus curiosas formas azuladas.

Nos adentramos en la monumental encina de la Pica. Se trata de un ejemplar centenario con sus ramas formando una enorme bóveda que antaño sirvió de descansadero para cientos de cabezas de ganado. Dentro se está muy bien. La sombra nos da paz mientras reflexionamos sobre las prácticas agrícolas insostenibles que empobrecen nuestros campos. Es la una y media. Si hubiera estado el Truchas hubiesemos comido allí, pero como la concurrencia es aguerrida seguimos nuestro camino hacia Villar de Fuentes.
Encina de la Pica


Solo nos queda bajar al valle. El calor aprieta porque la brisa del páramo va desapareciendo. Como espectros nocturnos en busca de un alma a la que poseer, los grameros y arberos buscan reconfortar sus secas gargantas en un bar del pueblo. Esta vez lo hemos conseguido. Se entona el grito de guerra: "Trucha salvaGE, oeh, oeh, oeh".
¡Trucha salvaGe!
Tío Tajuñas buscando hierbajos

Centaurea

Lino blanco

Dentro de la encina

Marco nos recuerda que no somos nada

Amapolas en la campiña

La Bicha and Cía

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