El río Aulencia nace allá en esos montes rodeados de urbanizaciones que llaman de Abantos, por encima de San Lorenzo de El Escorial. Para quien no lo sepa, un abanto es un buitre, y como tales parece que se comportan los constructores en esta zona, relamiéndose para hincar el diente siempre que pueden a un cacho de la montaña. El Aulencia tiene un aristocrático paso por las cercanías del herreriano monasterio, contribuyendo con sus aguas a dar más gloria a los ángulos armoniosos de los jardines de la Fresneda de la Granjilla. Cosa de poca monta si no fuera porque se le embalsaron sus aguas en cuatro azudes de cuando reinaba Filipo, hoy convertidos en patrimonio histórico.
Todo esto lo aprendemos entre fresnos y sauces, a la vera de las aguas un tanto derrengadas del río.
Más arriba encinas, enebros, pinos, jaras y aulagas se reparten el territorio de monte mediterráneo. Junto al Aulencia es posible encontrar algún chopo erguido, un manzano superviviente y un arce afrancesado. Subimos junto al río, en un terreno que antaño debía inundarse cada año, pero con la domesticación de sus aguas, el Aulencia se va encerrando en sí mismo, enflaquecido y escuálido.
Nos cuenta el enteradillo, que el chungo le llega al río cuando sus aguas son retenidas en el pantano de Valmayor, que almacena hasta 140 Hm3 de líquido vital, que roba al Aulencia para llevárselo a los madrileños diseminados por el territorio regional. Pero, raquítico y apaleado, lo poco de agua que le dejan es de nuevo retenida en la llamada presa de Aulencia, Valmenor o Vieja. Y si lo anterior era malo, lo que le ocurre ahora solo es comparable con los siete males.
Durante muchos años, el deficiente tratamiento que producía la Estación Depuradora de Colmenarejo (gestionada por el Canal de Isabel II), sumado a los vertidos urbanos de la misma localidad, han ido produciendo fangos tóxicos que se han ido acumulando en el vaso de esta presa. Una mezcla muy apetitosa. En 2005, los chicos del CEDEX, hicieron análisis de lo que contenía y vieron que tenían más metales que una ferretería. La parte superficial estaba compuesta por una "suspensión gelatinosa" (ummmmm, qué rico), compuesta sobre todo por sulfato de aluminio. Además contenía dosis destacables de bario, cadmio, cromo, cobre, hierro, manganeso, níquel, plomo, vadanio, zinc, mercurio, bismuto y aluminio. En la fracción acuosa de esta suspensión (97%) se encontró además 74 compuestos diferentes entre los que se destacaban: derivados de decanamida, hidrocarburos alifáticos, alquibencenos, terpenos, ésteres de ácidos grasos; en la fracción sólida fueron encontrados 31 compuestos entre los que se destacaba la presencia de azufre, terpenos, hidrocarburos, ftalanatos y alquil-bencenos. Además, en el "sedimento detrítico" habían también valores altos de hierro y fósforo.
Presa del Aulencia |
Desde entonces la Confederación del Tajo parece ser que no se da por enterada de la bomba de relojería que tiene ahí metida. Parece increíble que a la Comunidad de Madrid tampoco le importe que esto suceda en el corazón de uno de sus espacios protegidos, el Parque Regional de la Cuenca Media del Río Guadarrama. Y desde luego, no nos sorprende que el responsable del desaguisado sea el Canal de Isabel II.
A los que allí hemos estado se nos ha ocurrido que lo mejor que se podría hacer es limpiar aquéllo, que el río gane un espacio que le corresponde y que el muro de la presa pase a mejor vida. Hay que recordar que este embalse lleva sin uso desde 1975.
Un águila culebrera pasó ante nosotros y parece que también estaba de acuerdo ¿tú no?
Valle del Aulencia |
Sobre el canal del antiguo abastecimiento de agua del Aulencia |
Bea nos está contando todo lo que sabe sobre el Parque Regional del medio Guadarrama |
Dos intrépidas, concentradas en no caer en las aguas del Aulencia |
Una gran crónica. Me alegro de la buena acogida de estos paseos fluviales. Gran trabajo.
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